Las enfermedades metabólicas (EM) se definen como alteraciones bioquímicas de origen genético causadas por un defecto concreto en la estructura y función de una proteína. La mayoría de los casos se deben a defectos en un enzima aunque existen algunas excepciones.

Hasta la fecha se han descrito alrededor de 1000 EM que tienen una incidencia conjunta de aproximadamente 1/800. La mayoría de las EM se diagnostican posnatalmente y presentan síntomas específicos de enfermedad metabólica, aunque aproximadamente un 10% (y algunas endocrinopatías) pueden detectarse presintomáticamente en programas de cribado neonatal.

Desde un punto de vista fisiopatológico, las EM pueden clasificarse en tres grupos:

  • trastornos que dan lugar a intoxicación,
  • trastornos que afectan al metabolismo energético y
  • trastornos que afectan a moléculas complejas.

El primer grupo abarca defectos hereditarios del metabolismo intermediario que conducen a la acumulación de sustancias tóxicas, que suelen ser utilizados como biomarcadores, aunque en general no es patognomónico y su aumento está basado en una alta heterogeneidad genética.

En otros casos, los defectos no están relacionados con la ingesta de alimentos, como por ejemplo los defectos congénitos de glicosilación, las miopatías metabólicas y las enfermedades mitocondriales, entre otras.

Aunque un buen número de pacientes con estos trastornos presentan síntomas en la infancia, el diagnóstico normalmente se retrasa considerablemente y en muchos casos no se conoce su etiología genética.

En el caso de las miopatías metabólicas, grupo de trastornos genéticos que disminuyen la capacidad del músculo esquelético para utilizar sustratos energéticos y sintetizar ATP, pueden estar causados por:

  • trastornos del metabolismo de los carbohidratos (del glucógeno y de la glucosa),
  • defectos del metabolismo lipídico, y
  • alteraciones de la fosforilación oxidativa – OXPHOS.

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